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viernes, octubre 26, 2007

PRESENCIAS

Las noches se suceden y la madrugada va quedando borrada por el sueño. No es el olvido, es la costumbre quizá de la ausencia, el cansancio del sueño escaso durante tanto tiempo.

La noche de otoño es silenciosa y calmada. Lo será mientras huelan los pinos de Gibralfaro en esas primeras horas antes de la media noche.

Oscurecerá pronto a partir del domingo y la llamada del sueño será, también, mucho antes de lo acostumbrado.

No quiero dormirme del todo, ni toda la noche. Necesito un espacio de soledad y silencio en el que poder encontrarte, en el que imaginar tu presencia junto a mi.

Quiero que la duermevela me deje sentirte dormido y callado compartiendo mi lecho.