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viernes, noviembre 09, 2007

HUÍDA

Los días son como pasos que nos alejan. Uno tras otro, deslizándose casi sin que nos demos cuenta, agrandan la distancia entre nuestra vida y lo que va quedando de ella.

El andar ajetreado de los días se remansa en las noches. Se remansa y se olvidan los lugares transitados, los afanes que parecían ser importantes, las conversaciones que ocupaban el tiempo y se diría que llegaban hasta el alma misma, pero que con la última luz que se apaga nos van dejando. Sus rastros quedan borrados y la vida, lo que va siendo la vida, se abre paso en la calma, en el silencio, en el abandono del cuerpo vencido por el cansancio de la huída del día.

Un poco de lectura, una búsqueda del sueño en los ojos que escuecen, que quieren cerrarse, que se cierran en cuanto que apago la lámpara.

El alma, despierta, liberada de toda tarea que no sea su encuentro con el duelo que la ocupa, camina ensimismada en su dolor hasta que la vence la madrugada.