Apuntes de madrugada

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Escritora

miércoles, diciembre 05, 2007

PROMESAS

Noviembre ha terminado. Hace frío, pero en el Sur se mantienen vivas las plantas.

Tengo violetas en un tiesto. No pude resistirme a ese recuerdo de hace ya tantos años, cuando la primavera de la sierra las hacía florecer bajo el cobijo de las tapias o al resguardo de los zarzales que aún no se atrevían a dejar brotar las hojas. Violetas maravillosamente olorosas, grandes, limpias; algo único cuando, recogidas en un ramillete, mezclaban su olor con el de la leña que aún ardía en la chimenea.

Espero que las dos matas de tomillo lleguen a florecer mientras la primavera vaya dejando paso al verano. ¿Tendrán flores blancas como en las sierras de Castilla? ¿Serán azules como en los campos de aquí?

La mejorana parecía que se iba a perder, pero está preciosa ¡Es raro encontrar tiestos con mejorana! ¡Es difícil que prospere lejos del campo!

Quiero que crezca, quiero que llegue a florecer. Quiero poder tocarla y luego oler mis manos.

Oleré mis manos y cerraré los ojos. Volveré al patio, a nuestro patio en el pueblo.

Volveré a cada fin de semana cuando llegábamos y antes de nada íbamos a ver cómo estaban las plantas.

Había dos tiestos con mejorana, pero uno se perdió enseguida. El otro tuvo una planta grande que se llenó de pequeñas flores blancas. Eran casi insignificantes, pero olían maravillosamente bien. Cuando se secaron dejaron unas semillas. Aún tengo algunos saquitos que llené con ellas. Basta moverlos para que el cajón huela intensamente.

¡Quiero que crezca la mejorana! ¡Quiero recordarte cuando la toque y huela mis manos!


Quiero que florezcan las violetas, que haya tantas como para hacer un ramillete y ponerlo en el florero de cristal tan transparente como el aire.

Quiero que el tomillo huela en las noches de verano cuando la brisa húmeda recoja su perfume y me lleve al paseo por la carretera, a la noche estrellada de viento suave y pasos de vuelta a la casa cogidos de la mano.