Apuntes de madrugada

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miércoles, marzo 26, 2008

MAR

Yo traía los ojos llenos de mar, de ese mar unas horas tranquilo y otras encrespado y furioso.

¡Mar al fin!


Mar azul cobalto, azul intenso y luminoso, tan lejos de ese cielo purísimo en el que brillaban las gaviotas.

Mar azul blanquecino, casi gris plata, borrando la línea del horizonte, queriendo subirse al cielo a base de confundirse con él.

Mar que se pierde en la neblina de la mañana y más tarde recupera sus contornos erizándose en olas rotas mar adentro.

Mar que se rompe en espejos como si fuera un enorme pez inquieto a punto de ponerse enfurecido.

Mar que recoge el último rayo de sol desde un poniente que le deja barrer el agua e incendiarla en una llamarada insólita.


¡Mar de otros mares!

¡Mar de otros tiempos!

Mar, que me has acunado y llevado al olvido con el batir de tus olas.

Mar, que me has acompañado hasta hacer que me perdiera en el sueño.


GRACIAS, MAR.

jueves, marzo 06, 2008

IR SALIENDO




Cuando la distancia sustituye al dolor el tiempo se alarga fuera de cualquier referencia y nos abandonamos; me abandono en un ir pasando vacío y gris.

El deber, ese compromiso conmigo misma que siempre me ha acompañado, asoma a la conciencia pero el letargo lo aleja, lo desactiva, encuentra con qué justificar hasta lo injustificable.
No se está mejor; yo no estoy mejor en esa tierra de nadie equidistante de todo pero no ajena al deber mismo, a esa realidad que está comprometida con la responsabilidad sobre los otros, sobre el otro del que dependo porque depende totalmente de mí.
Busco, quiero salir de ese lugar hasta el que sólo llegan las llamadas muy urgentes o los ecos desactivados de lo que podía ocuparme y hacer que me sintiera viva.

Pasa el tiempo, sigo en la distancia. Busco un camino que pueda ser una llamada.
Recojo una sonrisa y no sé qué hacer con ella. Me dan una mano amiga y apenas si noto su calor.
Está llegando la primavera y en mi alma sigue siendo invierno.

sábado, marzo 01, 2008

ROSAS BLANCAS



Todas las rosas son blancas,
blancas como mi pena.
Gª Lorca


He recibido un precioso ramo de rosas blancas, perfectas, abiertas apenas entre ramas de helecho y el semi blanco de la paniculada que las difumina entre su lluvia perlada.

Mi pena también es blanca, también empieza a ser difusa, persistente como una niebla que empapa todas las horas del día.

Miro mis rosas, tan bonitas, tan laboriosamente abiertas después de peinar todos sus pétalos, de colocarlos uno a uno antes de que el alba rompa su misterio.

Miro mis rosas y quiero compartirlas, quiero que sean esa paz que sólo se vive no porque se busque sino porque se encuentra.

Miro mis rosas y pienso en él, en disfrutarlas con él más allá de cualquier realidad, de cualquier lógica, de cualquier esperanza.

Gracias, amiga mía, por tus preciosas rosas blancas.